lunes, 9 de mayo de 2011

Los hurtos, la asignatura pendiente de la seguridad

Pese al descenso de los delitos en los últimos años, los robos al descuido han vuelto a subir y ya representan el 40% de la delincuencia 
Los hurtos, la asignatura pendiente de la seguridad

A principios de 2008, cuando la crisis empezaba a vislumbrarse a la vuelta de la esquina, no eran pocos los mandos policiales que auguraban un cambio de ciclo en la delincuencia. En los Cuerpos de Seguridad se apretaban los machos ante lo que consideraban una oleada segura de atracos y robos.
Sin embargo, en pleno epicentro de la recesión económica, la criminalidad parece haber seguido otros derroteros. Los asaltos a mano armada, en lugar de subir, se han mantenido en cifras similares a las de años anteriores e incluso han descendido en la capital y en numerosos municipios de la provincia.
La lectura que hacen los responsables policiales de esta situación es que las bandas organizadas y los ladrones profesionales hicieron su agosto en épocas de vacas gordas y el momento actual no ofrece un escenario propicio para grandes botines.
Por el contrario, son años en los que la pequeña delincuencia ha cobrado protagonismo. Se han multiplicado los robos de alimentos y productos básicos en supermercados y tiendas, denominados en el argot policial como 'hurtos famélicos', que han crecido entre un 30 y un 40%, según estiman desde el sector de la seguridad privada.
Tampoco han cesado los saqueos de cobre o hierro, considerados por los policías un tipo delictivo marginal, que está afectando especialmente a instalaciones públicas y redes de alumbrado. Los cacos sustraen el cableado del tendido eléctrico para vender el metal pelado en chatarrerías por un puñado de euros.
Ahora, la oleada de robos en inmuebles se está produciendo en cortijos y casas de campo, donde los ladrones no solo buscan joyas y dinero, sino también comida o electrodomésticos. Igual que los robos en el interior de vehículos. Sin ir más lejos, la semana pasada SUR publicaba dos casos en garajes comunitarios con treinta coches violentados.
Plan contra robos en el campo
En la Guardia Civil hablan de «delitos de subsistencia», como los que asolan a las explotaciones agrícolas, que han llevado al Ministerio del Interior a activar un plan especial para frenar los robos. La Comandancia de Málaga anunció el miércoles pasado que destinará 139 agentes de forma exclusiva a este dispositivo.
Con este panorama, los hurtos se han disparado hasta convertirse en uno de los principales caballos de batalla en materia de seguridad, de lo que tendrán que tomar buena nota los partidos políticos. De hecho, en el mapa criminal de Málaga se han aupado al primer puesto en el 'ranking' de los delitos y ya suponen un 40% de la delincuencia.
La cuestión no es baladí. Hay más de dos mil hurtos cada mes en la provincia que afectan tanto a pequeños comerciantes como a grandes superficies, que 'sacrifican' un 5% de su facturación anual en manos de los amigos de lo ajeno. Hay una tienda de ropa del centro que, según sus responsables, pierde cada año 90.000 euros en mercancía sustraída.
Claveleras y carteristas
A los hurtos en tiendas se suman los robos a viajeros que visitan las calles de la ciudad. El auge del turismo marítimo -el año pasado desembarcaron en el puerto de Málaga 659.123 personas- ha colocado a los cruceristas en el punto de mira de claveleras y carteristas. La Policía Local tiene 'fichadas' a más de medio centenar.
Ante esta situación, la Policía Nacional trazó una iniciativa para combatir desde distintos frentes esta modalidad de pequeña delincuencia, que suele ser de escasa gravedad pero de gran frecuencia, lo que la convierte en muy molesta para la ciudadanía. Lo primero que se hizo desde la comisaría fue reforzar en número el grupo especializado en investigar estas infracciones.
Asimismo, se mejoró la labor de 'inteligencia policial' mediante un exhaustivo seguimiento de las denuncias y de los detenidos para diagnosticar horarios y zonas de influencia, así como para establecer nexos de unión. Los datos que se obtuvieron confirmaron las sospechas de los agentes: hay familias enteras, de carácter nómada y con gran movilidad, que viven del hurto.
Pese al notable esfuerzo de la policía, en 2010 se registró un incremento de 1.551 denuncias de sustracciones al descuido, lo que supone una subida del 3,9% respecto al año anterior. En otras palabras, los hurtos siguen siendo la asignatura pendiente de la seguridad en Málaga.
Desde los sindicatos policiales se aboga por un endurecimiento de las leyes para ayudar a frenar estas infracciones, que tienen castigos muy leves. Con el Código Penal en la mano, no se consideran delitos los hurtos inferiores a 400 euros y, por tanto, no acarrean detención. Y los ladrones, que tienen bien aprendida la lección, procuran no superar esta cifra en sus botines.
Al margen de los hurtos, la evolución de las estadísticas puede tildarse de positiva. La delincuencia ha bajado en la capital por tercer año consecutivo, con una caída del 4% en los delitos durante 2010, mientras que las faltas no bajaron, pero tampoco subieron. El balance de 2008 se cerró con un descenso del 2,2% y el de 2009 con una reducción del 5%.
En la provincia, las cifras reflejan una contención de la delincuencia. El año pasado solo se produjeron 89 infracciones más que en 2009, un aumento que puede calificarse de irrisorio si se tiene en cuenta que el total de delitos y faltas fue de 104.709. Bajaron un 30% los homicidios y un 3,3% los delitos contra el patrimonio, sobre todo los robos con fuerza y con violencia.
También se ha atenuado el déficit histórico de funcionarios que arrastraba Málaga. Desde 2004, las plantillas se han reforzado con 1.474 agentes, lo que supone un aumento del 40%. En la actualidad, las ocho comisarías han colmado sus necesidades de personal y disponen, en total, de 3.095 policías nacionales más 2.111 guardias civiles.
Sin embargo, todo parece indicar que esta situación será pasajera, ya que tras varias convocatorias de oposiciones con hasta 5.000 plazas se ha pasado este año a solo 159. Y el déficit volverá a crecer a medida que se vayan jubilando policías nacionales.
Paradójicamente, la incorporación de agentes ha abierto un nuevo frente: las instalaciones se han quedado pequeñas y los recursos materiales son, en muchos casos, insuficientes. Hasta tres funcionarios comparten armario en la Comisaría Provincial, y en Estepona se han tenido que reubicar las taquillas en un aula prefabricada en el patio.

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