VICENTE PÉREZ | Arona
“Me mostró la cabeza que llevaba en una mano y me dijo, en un castellano perfecto y con una frialdad aterradora: muerte, te voy a matar”. Éste es el escalofriante testimonio de Juan Antonio Hernández, el vigilante de la Oficina de Empleo de Los Cristianos que el pasado viernes hizo frente, y logró reducir, al indigente búlgaro que decapitó a Jennifer Mills-Westley, ciudadana británica sin relación aparente con él, en un bazar chino próximo a la estación de guaguas de esta localidad turística de Arona.
El presunto asesino, que responde a las siglas de D. V. D. y sobre el que pesaba una orden judicial de busca y captura desde el día 11 por otra agresión, fue internado ayer en una unidad psiquiátrica, el mismo día en que testificaron ante el juzgado este guardia privado y la trabajadora del bazar que presenció los hechos y que, según el propio Hernández, fue llevada ante la juez desde un hospital y luego hospitalizada de nuevo.
El vigilante de la oficina del Servicio Canario de Empleo (SCE) explicó que todo empezó cuando la vigilante de la oficina del Cabildo (a pocos metros de la primera, y ambas a unos 20 de la entrada del bazar, en los bajos del Valdes Center) llegó “pálida, llorando, desencajada”. “Salí tras ella sin saber lo que pasaba”, relata, “y me encontré en la calle con ese hombre, totalmente ensangrentado, con un bulto en la mano que al principio no supe lo que era, y en la otra una bolsita con un cuchillo; fue entonces cuando me mostró la cabeza, como quien exhibe un trofeo, y me di cuenta de lo que ocurría; le golpeé en los brazos y entonces consigo que suelte la cabeza y el cuchillo, pero salió corriendo y cruzó la calle.
Tres personas intentaron cortale el paso, una dándole con un casco, y otro hombre logró desequilibrarlo con una zancadilla; fue ahí cuando lo logré mantener en el suelo, engrilletarlo y reducirlo hasta que en unos minutos llegó la Policía Nacional”.
Este guardia privado residente en San Miguel de Abona afirma que reaccionó así para intentar que el decapitador no hiciera daño a nadie más, y que comprende que a las personas que en el interior del bazar vieron la agresión a la mujer se quedaran paralizadas por el terror, y que incluso alguno retrocediera, dado que el establecimiento es muy grande y con múltiples y largos pasillos como un laberinto. Hernández desmintió que la infortunada mujer acudiera a refugiarse a la oficina de Empleo, pues, “de haber sido así, se hubiera salvado”.
La escena en la calle fue presenciada, según este vigilante, “por más de 50 personas”, que se protegieron en la planta superior del edificio y algunos en una ferretería. “La víctima estaba comprando como cualquiera de nosotros, pero su mala suerte fue estar en el momento y el lugar inadecuados, porque su asesino la eligió al azar”, señala.
Minutos antes de la decapitación, el indigente, de complexión atlética, había intentado comprar un cuchillo en un supermercado hindú situado en el paseo marítimo, donde le comentó al propietario que era Dios y tenía que matar a alguien; el destino quiso que allí no se vendieran esos utensilios. El presunto asesino vivía en una edificación abandonada junto al mar en Los Cristianos, registrada ya por la Policía Nacional.
Se da la circunstancia de que dos reporteros de la Televisión Autonómica (TVC) en el Sur se toparon hace tres meses con este hombre, que les decía que hablaba con Dios y que quería denunciar públicamente que lo perseguían. Los periodistas, al ver que tenía sus facultades mentales disminuidas, llegaron a alertar a la Policía Local.
No hay comentarios:
Publicar un comentario