La crisis ha cambiado el perfil de los delincuentes que roban en supermercados. Las empresas se han visto obligados a instalar alarmas en productos de primera necesidad. Cámaras de videovigilancia, personal de seguridad, arcos antirrobo, vitrinas con productos bajo llave y alarmas en todo tipo de artículos, muchas de ellas imperceptibles para el consumidor. El «despliegue» de seguridad que hay instalado en prácticamente todos los supermercados y centros comerciales obliga a pensar dos veces meterse algo al bolso
Sin embargo, los amigos de lo ajeno no se sienten especialmente intimidados y, lejos de disminuir, los hurtos en la región han aumentado de forma considerable. Lo que más llamó la atención de la Policía en el incremento de hurtos el pasado año fue la «reaparición» del hurto famélico, es decir, aquellos que roban por «necesidad».
«El perfil del que roba ha cambiado. Antes, se les veía venir y estabas pendiente de los más “sospechosos” en cuanto entraban por la puerta. Ahora ya no sabes de quién desconfiar», explica el jefe de seguridad de unos conocidos establecimientos. La crisis económica ha bajado el nivel de los productos más atractivos para ser sustraídos, lo que ha obligado a las cadenas de supermercados a destinar más presupuesto en sistemas de prevención y a instalar alarmas en productos que hace unos años era impensable. Este vigilante de seguridad asegura que ha parado a algún cliente porque se llevaba una simple lata de atún. «A veces hasta te da apuro. Pero se ha juntado que cada vez más gente roba productos de escaso valor y que a las empresas cada vez les hacen más daño estas pérdidas, que antes eran insignificantes. De ahí que prácticamente todo lo superior a seis euros lleve alarma». «Hemos tenido que hacer un esfuerzo económico muy importante para implantar nuevas modalidades de alarmas, a veces, a costa de prescindir de personal. Pero no nos ha quedado otra. Hay que blindarse ante el robo, ya no sólo por las pérdidas directas sino porque daña la imagen de la empresa », asegura el responsable de unos conocidos hipermercados, que pone en duda la «necesidad» de muchos: «Entiendo que se lleven una bandeja de carne pero no el champú más caro de la gama».
«El perfil del que roba ha cambiado. Antes, se les veía venir y estabas pendiente de los más “sospechosos” en cuanto entraban por la puerta. Ahora ya no sabes de quién desconfiar», explica el jefe de seguridad de unos conocidos establecimientos. La crisis económica ha bajado el nivel de los productos más atractivos para ser sustraídos, lo que ha obligado a las cadenas de supermercados a destinar más presupuesto en sistemas de prevención y a instalar alarmas en productos que hace unos años era impensable. Este vigilante de seguridad asegura que ha parado a algún cliente porque se llevaba una simple lata de atún. «A veces hasta te da apuro. Pero se ha juntado que cada vez más gente roba productos de escaso valor y que a las empresas cada vez les hacen más daño estas pérdidas, que antes eran insignificantes. De ahí que prácticamente todo lo superior a seis euros lleve alarma». «Hemos tenido que hacer un esfuerzo económico muy importante para implantar nuevas modalidades de alarmas, a veces, a costa de prescindir de personal. Pero no nos ha quedado otra. Hay que blindarse ante el robo, ya no sólo por las pérdidas directas sino porque daña la imagen de la empresa », asegura el responsable de unos conocidos hipermercados, que pone en duda la «necesidad» de muchos: «Entiendo que se lleven una bandeja de carne pero no el champú más caro de la gama».
Fuente: La Razón
21/03/11
21/03/11
Suplemento Temático: Crisis Económica y Seguridad
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