Las acertadas referencias del alcalde Xavier Trias a la mejora de la seguridad y el civismo en el metro de Barcelona llevan a reflexionar sobre el papel de la Guardia Urbana en este ámbito y cómo puede evaluarse la eficacia de esta política de seguridad. Si es obvio el papel de autoridad pública de los agentes municipales de Barcelona, también lo es que deben contar con los recursos necesarios para garantizar la seguridad ciudadana en el metro. Otra cosa es, y ahí radica la novedad planteada porTrias, que no es suficiente con que esta autoridadsea, sino que además debe ser reconocida por los ciudadanos y hacerse respetar. En otras palabras, sumar una estrategia pull (tirar de la ciudadanía) a la clásica estrategia push (imponer a la ciudadanía). En el caso del metro, se va a poner en marcha una propuesta en esta dirección: los conductores de un convoy, cuando sepan (al verlo ellos mismos o ser advertidos desde la estación) que en una parada ha subido un grupo de presuntos delincuentes, emitirán por megafonía un mensaje grabado de aviso para que los pasajeros extremen la precaución. Ha sido una iniciativa de los propios empleados que Transports Metropolitans de Barcelona ha asumido en su gestión: una estrategia pull.
En cuanto a la evaluación de la eficacia (si realmente se satisfacen las necesidades ciudadanas), Barcelona no puede ser tan ingenua como para creer que cualquier político voluntarioso es capaz por sí mismo de remediar el entuerto. Hacen falta además un contexto cooperativo, una cultura de seguridad y una actitud ciudadana que naveguen en la misma dirección, sumando acción política y acción cívica. Si se dan estos elementos, podremos pasar de un metro inseguro a un metro y medio de civismo.
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