viernes, 8 de julio de 2011

Los agricultores patrullan los campos para frenar los robos de sus cosechas

Dos labradores se unen a la pareja de los guardas rurales para vigilar las 15.000 hanegadas de cultivo que hay en Silla 
Los agricultores patrullan los campos para frenar los robos de sus cosechas

Estamos a principio de verano y los agricultores de Silla se preparan para afrontar la campaña de las frutas y hortalizas. A las nueve y media de la noche, en la plaza del ayuntamiento de la localidad, dos agricultores esperan a los guardas rurales para acompañarlos en la vigilancia nocturna. Una tradición que se instauró hace cosa de treinta años y que se mantiene hasta ahora. A pesar de que este turno es voluntario, 30 labradores se han apuntado para participar en estas patrullas que logran cada año mermar el número de hurtos en las cosechas. Al duro trabajo del agricultor se añaden las horas de vigilancia que dedican al cuidado de sus campos durante la época estival.
La fruta y las hortalizas del verano como las sandías, pimientos y tomates son más que atractivas para los amantes de lo ajeno que, aprovechando la oscuridad de la noche, aunque últimamente incluso a plena luz del día, no dudan en robar sus cosechas.
A pesar de que esos amigos de lo ajeno lo desconocen, ya están catalogados, «los hay que pasan casualmente por al lado del campo y paran para coger uno o dos melones», explican agricultores de Silla, «otros sólo quieren pasar el rato. Suelen ser gente muy joven que por diversión te rompen los melones con piedras o los pisan sin más, haciendo un verdadero desastre en los campos». Y en el último grupo están los profesionales, los que con una furgoneta se dedican a cargar fruta y verdura del campo para revenderla en tiendas o mercados.
No solamente están tipificados sino que además, los agricultores ya conocen sus costumbres, «cuando acaban las clases en los colegios, llega la época de las gamberradas de los niños que viene a esclafarte los melones a media tarde», explica Pedro González, 'El Murciano', agricultor asiduo al turno de vigilancia nocturna. «Los que viene con furgonetas son los que suelen aparecer por la noche o a horas clave como la de mediodía, cuando el agricultor se marcha a comer».
Una vez en el vehículo, la patrulla formada por dos guardas y dos agricultores recorren constantemente los campos de hortalizas repartidos por las 15.000 hanegadas de cultivo que existen en el término de Silla, uno de los más extensos. A esas horas, la mayoría de trabajadores del campo ya se han retirado, y es la hora de que aparezcan los cacos. «Muchas veces nos hemos tenido que quedar a dormir en la caseta para evitar los robos nocturnos», comenta Pedro, «se lo llevan todo, no sólo las hortalizas también todo lo que pillan, desde el gasoil del tractor hasta aperos de labranza que ellos venden como chatarra y que para nosotros son nuestro instrumento de trabajo».
El año pasado, la Guardia Rural detuvo a dos individuos que trataban de cargar en una furgoneta una pala de hierro de 600 kilos. «Nos vemos obligados a recoger todas las pertenencias y guardarlas para evitar que desaparezcan», advierte El Murciano. Y es que lo que pagan por la fruta y hortalizas tampoco acaba de convencer a los ladrones que prefieren otros materiales con más salida en el mercado negro como el cobre o el hierro. «Este año el precio de los melones no es muy alto, por lo que los hurtos serán menores», adelanta Salvador Magalló, agricultor de esta localidad.

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