domingo, 13 de noviembre de 2011

'El Arnau': «Dios no me hizo grande, ni fuerte, ni con mala leche»

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GENTE CORRIENTE
Un vigilante que cita en latín. Cumple 17 años en un oficio desprestigiado que él defiende con pasión.
Se llama Francesc Joan Garcia i Arnau pero todos le conocen como El Arnau. Era el vigilante de seguridad más popular de una céntrica estación de Barcelona hasta que, hace unos meses, perdió el puesto. No es la primera vez que su perfil dicharachero y políticamente incorrecto choca con las obligaciones de su uniforme, pero aun así él insiste en que su trabajo es de los más bonitos.
-¿Por qué le despidieron?
-Porque dejé pasar sin billete a una chiquilla que iba cargada con una bandeja de pasteles de chocolate.
-Quizá la gente se lo pensaría dos veces antes de colarse si supiera que le puede costar el puesto a alguien.
-Yo creo que les daría igual, aquí todos vamos a lo nuestro. Lo curioso es que un año antes habían amenazado con echarme por detener a un señor que quería colarse.
-¿Y hacía falta detenerlo?
-Me exigió de malas maneras que le abriese la puerta porque perdía el tren y me agredió. Lo detuve, lo esposé y lo entregué a los Mossos, que es mi obligación. Pero en un pulso entre usted y yo, siempre perderé yo.
-¿Por qué? La porra la lleva usted.
-La porra y las esposas son armas reglamentarias, pero en un caso de defensa como el que le acabo de contar siempre se nos acusará de uso indebido. Dios no me ha hecho ni grande,
ni fuerte, ni con mala leche. Yo las cosas las digo de buen rollo, la gente no funciona a gritos. Los vigilantes tienen que ser la pluma de Dumbo.
-¿Qué pinta Dumbo en esto?
-¿Se acuerda del cuento?
-Sí, pero no le veo la relación.
-Escuche: Dumbo puede volar con sus grandes orejas, pero no confía en sí mismo. Su amigo, el ratón Timoteo, le da una pluma y le dice que es mágica. Eso le da confianza a Dumbo y logra volar. Un vigilante vende confianza. ¿A que usted se siente más segura en un lugar vigilado?
-…
-La mayoría diría que sí. Mi trabajo es como el ajedrez: tengo que saber dónde colocarme para darte confianza; depende de dónde me coloque y lo que haga, lo lograré o no.
-Muy bonito, pero su profesión tiene mala imagen. Les llaman seguratas.
-Mi misión está consagrada en la ley de seguridad privada: protección de bienes muebles e inmuebles y personas. Controlo la entrada de un edificio propiedad de mi cliente, pero no pongo las normas ni estoy al servicio del que entra. Eso no quiere decir que si veo que unos carteristas van a robar a una abuelita la coja de la mano y la acompañe a un taxi.
-No se les reconoce la autoridad.
-Ese es el problema. A nadie le gusta que le digan lo que tiene que hacer y menos si te lo dice alguien al que consideras menos que nada.
-Hay vigilantes que se las traen.
-Hay gente que no está a la altura, como en todas partes. ¿O es que todos los periodistas son iguales? La diferencia está en el cariño que le pones a lo que haces y yo disfruto como un niño con mi trabajo.
-¿Qué le dicen sus hijos?
-Antes el mayor quería ser vigilante, pero ahora me dice: «Papá, tu trabajo es penoso». ¡Y eso que se ha criado en una garita!» Es muy triste porque es un trabajo muy bonito y muy difícil de hacer bien hecho.
-Le habrán dicho de todo. ¿Nunca se le va la olla?
-Homo sum et nihil humani a me alienum puto. ¿Se lo traduzco?
-Se lo agradecería.
-Es que hice letras puras. Es de Séneca: Soy humano y nada humano me es ajeno. O sea, que yo también tengo mis momentos de mala leche. Soy un profesional con 17 años de experiencia y me han llamado de todo
SEnDsegurata de mierda, incompetente, payaso...-, pero yo llevo uniforme y tengo que estar por encima de eso.
-¿Y cómo se aguanta?
-El uniforme es mi coraza. Lo meto en la lavadora y entonces sale todo.
-Usted trabaja ahora en el campo del Barça. ¿Ha registrado a Messi?
-Lo hice cuando trabajaba en el filtro del aeropuerto y jamás protestó, ni por tener que pasar el cinturón y los zapatos por la máquina. Es lo mejor que tiene este chaval, que siendo el crack mundial se comporta como una persona normal y no como los encorbatados que te vociferan. En la época del aeropuerto también me tocó acompañar a Eva Longoria.
-¿Ah sí? ¿Y cómo le fue con la mujer desesperada?
-Nos pusimos a hablar y me dijo que mi inglés era muy bueno. Pero yo solo sé cuatro palabras, lo que pasa es que no me callo ni debajo del agua. Somos amigos en el Facebook.
Fuente: elperiodico.com

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