miércoles, 23 de diciembre de 2009

Proteger nuestros atuneros




JOSÉ LUIS DE DIEGO Nuestro Gobierno y Congreso han descartado utilizar la protección de la Infantería de Marina para nuestros pesqueros en Somalia y en su lugar ha embarcado seguridad privada. ¿Es una decisión acertada? Aunque esta solución pueda disfrutar del beneficio de la urgencia, se diría que es una decisión precipitada consecuencia de la inacción gubernamental inicial. Cuando ha llegado el momento de las lecciones aprendidas, este comentario se dirige a alimentar la discusión. Es de esperar que nuestra administración analice los acontecimientos ocurridos para actuar en el futuro según convenga a España y a los españoles, no para salir del paso.




Antes de trasladarme al Cuartel General de la OTAN (Bruselas) para asumir por varios años la responsabilidad del desarrollo conceptual de la táctica naval Aliada, he vivido muy cerca de los Infantes. Como comandante de un buque de guerra anfibia, he participado con ellos en operaciones convencionales y especiales, en ambos tipos de operaciones nuestros infantes están en primera línea.



Algunos analistas han puesto como ejemplo la reciente liberación del velero Le Ponant cuando navegaba por el Índico, en ella Francia actuó con eficacia, rescató la tripulación y detuvo a algunos piratas con parte del rescate pagado. Posteriormente Francia decidió proteger a sus buques en la zona embarcando pelotones de soldados, pero en esto las autoridades francesas pueden haberse equivocado, en materia de Defensa lo hacen con frecuencia. La clave del asunto es el diseño y emplazamiento de la estructura de mando que debe controlar y coordinar esos pelotones, si no es un diseño operativamente acertado, los resultados serán catastróficos. Con seguridad que Francia no se ha equivocado en el diseño citado, pero sí se equivoca peligrosamente al no disponer de una brigada de Infantería de Marina como la española. Solo cuenta con dos batallones especializados en temas anfibios pertenecientes a su Ejército de Tierra que destacan por su falta de "mentalidad naval".



En los días del secuestro del atunero español Alakrana, nuestros medios de comunicación se preguntan ¿Para qué tenemos a los ejércitos? Todas las preguntas posibles tienen una única respuesta: bajo dirección política, los ejércitos protegen los intereses nacionales allá donde éstos se encuentren.



En la zona del Índico se haya desplegado un dispositivo naval y aéreo europeo, Operación ATALANTA, contra la piratería. Pero el dispositivo está orientado al intenso tráfico marítimo del Golfo de Adén, quedando alejado de donde faenan nuestros pesqueros, ¿qué hacer con la zona desprotegida donde operan nuestros atuneros?



La solución adoptada de embarcar seguridad privada constituida por jóvenes militares retirados, es una solución eficaz para buques en tránsito cuya derrota de navegación está amenazada solo en ciertos tramos, pero no lo es para buques faenando durante semanas en la misma zona amenazada. Es una solución muy poco profesional, no tiene alerta temprana, ni defensa en profundidad ni proyección más allá del horizonte o sea no disfruta de ningún efecto sinérgico beneficioso ni responde a un concepto marítimo apropiado. Los buques faenando en una zona bajo permanente amenaza, requieren una protección elaborada con más profesionalidad y determinación, como mínimo debe contemplar una rápida concentración de fuerzas.



¿Qué se podría esperar, si en una próxima ocasión 30 piratas coordinan su ataque con tres o más lanchas desde diferentes direcciones?, la seguridad aguantaría no más de media hora antes de caer. A todas luces es necesario un Plan de Operaciones bien elaborado basado en el embarque en los atuneros de pelotones de Infantería de Marina con unas ágiles y eficaces Reglas de Enfrentamiento. Lo primero es tomarle el pulso a la situación en la zona e ir por delante de los acontecimientos con medios ligeros de alerta temprana. Como se ha dicho, consistiría en pelotones de Infantes desplegados en los pesqueros, mientras su mando natural permanece a bordo del buque de mando, ejerciendo control positivo de los helicópteros para dar apoyo al buque que lo necesitase y en continua comunicación con los pelotones embarcados. Este dispositivo podría ser el núcleo generador de otro más amplio si fuese necesario. Sería necesario un esfuerzo logístico y un buen planeamiento de los que la Armada acostumbra a hacer, pero sobre todo se necesita determinación por parte del poder político. Nuestros Infantes pueden ser un instrumento resolutorio de conflictos en manos de unos políticos expertos y sin complejos. Su elevada profesionalidad y solvencia operativa merece una clase política capaz de confiar en ellos, eso es lo que espera el contribuyente.

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