lunes, 3 de mayo de 2010

Los piratas se hacen con armamento pesado: “A dos millas te pueden machacar sin que les veas”


Su negocio está en peligro. Los piratas somalíes no están dispuestos a renunciar a los miles de dólares que embolsan con los rescates de los barcos secuestrados en aguas del Índico, y eso implica endurecer sus medios de intimidación. Los pesqueros se han equipado con armas ligeras y ya están, en cierto modo, en igualdad de condiciones. Por eso, las mafias recurren ahora al armamento pesado. Las costas del Cuerno de África ya no estarán custodiadas por simples rifles AK47, sino por armas de gran alcance. “A dos millas de distancia te pueden machacar mientras tú ni siquiera les has visto”, afirman desde la Asociación Española de Escoltas (ASES), con presencia en el Índico.
La situación lejos de apaciguarse parece estar cada vez más desbordada. Los esfuerzos de la misión europea EU NAVFOR Atalanta, que patrulla la zona para proteger a los barcos comerciales frente a la piratería y la seguridad privada que los propios pesqueros han incorporado en su tripulación, no ha hecho si no provocar un cambio de estrategia de los grupos de piratas somalíes contrario al esperado: el contraataque. Los últimos golpes sufridos, con la detención e incluso muerte de algunos de sus hombres y el asalto de fuerzas extranjeras a Hobyo, uno de sus principales bastiones, solo ha reafirmado la intención de intensificar su actividad en un clima aún más violento.
El presidente de ASES, Vicente de la Cruz, alerta del previsible aumento del nivel de agresión y corrobora la adquisición de material pesado por parte de los piratas. “Ya lo tienen en tierra. Se lo hemos visto montado sobre pick up, furgonetas o coches de escasa capacidad. El embarcar todo este material es cuestión de tiempo, solo tienen que bajar las ametralladoras del coche y subirlas a las lanchas”.
Los somalíes tienen en su poder ahora mismo dos tipos de ametralladoras pesadas, ambas de origen soviético. La más potente es la NSV, con un calibre de 14,5 milímetros y dos millas naúticas de alcance, “lo más pequeño antes de un cañón”, según De la Cruz. La otra es la KSV, del calibre 12,70 y un alcance de entre 1.000 y 1.200 millas y equivalente a las que se han solicitado al Ministerio de Defensa, quien espera la autorización del gobierno de las islas Seychelles para poder embarcarlas, puesto que son consideradas armas de guerra.
Según el portavoz de ASES, es perfectamente viable embarcar las ametralladoras más pesadas (las NSV), de 34 kilos de peso, a las lanchas de fibra de vidrio que utilizan los grupos de piratas. Mientras, los pesqueros españoles se defienden con la última remesa de armas autorizada por el Gobierno: 19 ametralladoras y varios fusiles de asalto.
Mercado negro casi blanco
Este tipo de armamento no solo es muy abundante en África, sino también muy barato. Sin ir más lejos, la 12,70 cuesta en Somalia la mitad que en el mercado occidental. Se trata de un arma que ha sido de dotación gubernamental en países como Yemen, Etiopía o Libia y ha pasado a manos de cualquiera que se quiera hacer con una. “Tienen mercado y dinero. Es un mercado negro casi blanco”.
Una de las soluciones para hacer frente a la situación pasaría por fortalecer la seguridad de los pesqueros, una idea ya planteada por Defensa, que hizo el mismo análisis de riesgo que la asociación según su presidente. La otra, es la posibilidad de incorporar barcos de protecciónademás de la seguridad a bordo de los buques. Barcos dotados a su vez de seguridad privada que se interpondrían entre los piratas y el pesquero en caso de ataque para que este último pudiese escapar sin mayores consecuencias. “La Operación Atalanta está atada de pies y manos por las normativas internacionales y los piratas no son tontos porque solo atacan cuando las embarcaciones están solas, sin protección”, indica de la Cruz. Actualmente, cientos de agentes privados internacionales custodian los armadores que faenan en el Índico, de los cuales 70 pertenecen a ASES.
Buques de guerra contra piratas
El tráfico marítimo internacional se está resintiendo. Más del 40% del tráfico de mercancías utiliza estas aguas, por lo que se trata de una zona estratégica de interés a nivel mundial. El problema reviste una gravedad importante, teniendo en cuenta el esfuerzo económico que supone el mantenimiento de las flotas. Además de la misión Atalanta, en la zona se encuentran desplegadas una flota de guerra norteamericana, otra china y otras de diferentes países. Una situación que en ASES califican de “gravedad sin precedentes”. “Posiblemente sea la mayor concentración de buques de guerra desde la II Guerra Mundial”. La base naval de las Seychelles es algo así como una gran base de guerra en medio del Índico, denuncian.
Desde 1995 el fenómeno de la piratería no ha hecho más que crecer, tornándose cada vez más violento. Somalia vive un continuo periodo de conflicto entre clanes, señores de la guerra y milicias islamistas que luchan por el poder desde la caída en 1991 del dictador Siad Barré, último gobierno efectivo. En un ambiente de miseria y caos absoluto, la piratería representa un medio de vida, una fuente rápida y efectiva de grandes cantidades de dinero para los más de mil somalíes que se dedican al secuestro de barcos, según la organización ReCAAP.
Con el último carguero capturado el pasado miércoles -el barco Voc Daisy de bandera panameña- ya son al menos 24 los que permanecen retenidos en poder de piratas somalíes, con unos 405 tripulantes secuestrados, según Ecoterra, organización ecologista dedicada al seguimiento y vigilancia de la pesca ilegal y actos de piratería en el Índico. Si bien a primeros de año se registró una caída de los ataques a embarcaciones, la piratería ha resurgido con intensidad.
No son pocas las voces que alertan sobre el incremento de la violencia. ParaAndrew Mwangura del East African Seafarers Assistance Program, con sede en Kenia, “las cosas serán más violentas de ahora en adelante

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