jueves, 24 de junio de 2010

Tragedia ferroviaria en Barcelona

Diez vigilantes iban a entrar de servicio en la estación siete minutos después del accidente

Su objetivo era controlar las avalanchas que se producen en la noche de San Juan

JESÚS DUVA - Madrid - 24/06/2010

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Diez vigilantes de RENFE iban a entrar en servicio en la estación de Casteldefells Playa apenas siete minutos después de que se produjera el accidente que por el momento ha causado la muerte a 12 personas. La misión de este equipo de seguridad, que entraba a trabajar a las 23.30, era controlar la avalancha de ciudadanos que suele producirse todos los años en ese punto tras la celebración de la noche de San Juan. El ministro de Fomento, José Blanco, que ya se encuentra en la localidad barcelonesa, ha manifestado a su llegada que la estación cumple con la normativa de seguridad vigente. "Todo parece indicar -ha afirmado Blanco- que este accidente se ha cometido por imprudencia saltando a las vías del tren sin pasar por el paso, algo prohibido".

"Sabemos lo que ocurre todos los años y ya teníamos previsto esta operación, ya que de madrugada hay mucha gente eufórica o ebria", según un directivo del organismo ferroviario. En el momento de producirse la tragedia, en la estación había "algún vigilante" de RENFE y un número no concretado de agentes de los Mossos d'Esquadra, con lo que se consideraba que era suficiente.

El paso subterráneo (vídeo) por el que las víctimas que deberían haber pasado de un lado a otro de las vías estaba "perfectamente iluminado" y con los ascensores que suben a los andenes en "perfecto estado de funcionamiento", lo que hace difícilmente explicable por qué las víctimas se lanzaron a cruzar los raíles.

La investigación abierta por RENFE ha determinado que el maquinista del tren que arrolló a las víctimas circulaba en ese momento a 139 kilómetros por hora, según ha determinado la caja negra de la locomotora. En ese punto, el convoy está autorizado a rodar a un máximo de 150 kilómetros. La caja negra también ha revelado que el conductor realizó al aproximarse a la estación las señales acústicas (los pitidos) establecidos por la normativa. Y, además, el maquinista fue sometido después del accidente a una prueba de tóxicos que arrojó resultado negativo: "dio cero en todo", afirma un directivo

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