jueves, 3 de junio de 2010

"Ni la actitud de unos fue tan pulcra ni la de los demás tan infantil"

El juzgado de lo Penal número 1 acogió ayer la última jornada del juicio contra cuatro vigilantes de seguridad de un centro comercial de la zona norte a los que se les imputan varios delitos de lesiones sufridas en las personas de los jóvenes, Antonio M.C.G. y María A. Z.F., a los que también se les imputa una falta de hurto en grado de tentativa además de los delito de lesiones, malos tratos e injurias y vejaciones (al primero) y de malos tratos (a la segunda). También se sentaba en el banquillo un tercer joven, Rafael R.C., al que se le imputaba una falta de malos tratos.

Los hechos juzgados se remontan a noviembre de 2003, cuando tras ser sorprendidos por dos vigilantes de seguridad los jóvenes Antonio M.C.G. y María A.Z. al intentar hurtar dos botellas de whisky de un centro comercial, fueron conducidos a las oficinas de seguridad en donde se produjo una trifulca. La acusación particular patrocina a uno de los vigilantes involucrados en la misma y que acabó sufriendo un traumatismo en la nariz debido a un supuesto cabezazo de Antonio. Los jóvenes, por su parte, señalan todo lo contrario, afirmando que fueron los vigilantes los que les agredieron.

En su declaración, Antonio, que por entonces contaba con 19 años, señaló que una vez fueron sorprendidos por los vigilantes, éstos ya les mostraban una actitud "despectiva". Una vez dentro de la oficina de seguridad, los vigilantes les pidieron la documentación. Antonio no la tenía, pero indica que "les facilité mis datos y además les dijimos que pagaríamos las botellas". Tras el anuncio de que se iba a llamar a la policía, los vigilantes indican que Antonio empezó a proferir insultos y a intentar escapar, mientras que el joven señala que eso se debía a las agresiones que estaban sufriendo: "María se estuvo zafando de las agresiones, pero con una manita de niña de 19 años no podía hacerle daño a nadie", afirmó. Tras esto, indicó que a la joven la esposaron a una silla y que a él lo tiraron al suelo bruscamente para esposarlo. "En ese momento es casi cuando me rompen el hombro", señaló Antonio, que indicó que luego empezó a recibir golpes. Con todo el jaleo, y tras los gritos de socorro de María -"que se oían hasta en la pescadería" afirmó el joven-, entró Rafael R.C. que les había acompañado al centro comercial y que esperaba fuera de la oficina. Éste señaló que se encontró a Antonio "con dos personas encima y a María tumbada en el suelo con la silla atada" y que al intentar levantarla, "me pusieron las esposas", aunque reconoce que se las quitaron enseguida.

Los guardias de seguridad defienden que actuaron acorde a las circunstancias y que uno de ellos, José M.G., sufrió un cabezazo de Antonio después de subirse a una silla, algo que el joven negó rotundamente.

Tras las testificales, el ministerio fiscal consideró que "ni la actitud de los vigilantes fue tan pulcra ni la de los chavales tan infantil" y rebajó su petición de penas para los vigilantes y para Antonio M.C: de seis meses de prisión a pagar una multa durante 12 meses. Además, retiró las acusaciones que pesaban sobre María A. Z. y sobre Rafael R. C.

Por su parte, la acusación particular pidió para Antonio 21 meses de prisión por el delito de lesiones hacia la persona de José M. G. así como mantuvo las demás peticiones que pesaban sobre él y sobre María A. y Rafael R. Las defensas de los tres jóvenes pidieron la libre absolución de sus patrocinados.

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