Lunes, doce del mediodía. En el aeropuerto de Manises parecía que había llegado principios del mes de agosto. Maletas por todas partes, viajeros de un lado para otro y largas colas para pasar el primer arco de seguridad controlado por vigilantes privados, que en ese momento inician una marcha por el exterior de la terminal para protestar por un recorte salarial.
Además de las quejas porque la nómina ya no luce tanto como antes, la realidad es que en el último año, el número de trabajadores que velan por la seguridad en el aeropuerto de Manises ha disminuido. Según los datos que manejan los sindicatos, actualmente trabajan en la vigilancia del recinto un centenar de personas, un 10% menos que hace un año.
¿Cuál ha sido la primera consecuencia de este recorte en la plantilla? Los principales afectados son los usuarios de la terminal. «Este invierno, cuando había menos pasajeros, solamente se formaban colas en momentos muy puntuales. Ahora casi cada día el río de gente llega hasta la puerta de la terminal». Y sólo cuando podría haber problemas y retrasos en los vuelos se avisa a otros compañeros que vigilan puntos «no vitales» del aeropuerto para que refuercen a los trabajadores que no dan abasto en el único filtro de salida que está operativo en la vieja terminal. «Antes había dos o tres arcos de seguridad y el flujo de pasajeros era mucho más fluido», explica Julián, trabajador de la empresa de vigilancia.
Jorge tenía que coger un vuelo a Roma a las 12.30 horas desde el aeropuerto de Manises. Media hora antes, Jorge miraba el reloj, impaciente. Era el último de la cola para pasar por el arco de seguridad, donde un vigilante comprueba que el equipaje de mano no incluya alguno de los productos prohibidos por la restrictiva normativa de seguridad aérea, donde hay que quitarse el cinturón, vaciarse los bolsillos e incluso quitarse los zapatos. «¿Cómo puede ser que en un aeropuerto tan pequeño se formen estos colapsos? Como pierda el avión...», se quejaba Jorge.
A su lado, una pareja de ingleses que volaba a Roma estaban también bastante nerviosos, esperando, quitándose él ya el cinturón, para ir adelantando al llegar al arco de seguridad. «¿No decían que iban a dejar pasar los líquidos? Debería haber menos controles», decía otra mujer.
Las colas recuerdan una época, allá por el verano de 2007, en la que los vigilantes se declararon en huelga y se encerraron en el aeropuerto durante días, para protestar por la falta de trabajadores. En aquel entonces, con la Copa América en marcha y una boyante economía, el aeropuerto de Manises bullía de actividad, y alcanzó récords de pasajeros que ya no han vuelto a repetirse. Desde entonces, el número de vigilantes ha disminuido, también por la bajada en el volumen de viajeros desde 2008.
Los recortes que Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea ha puesto en marcha para ahorrarse costes están detrás de estos problemas, según el sindicato CSI.F. «Hay zonas que quedan descubiertas y sin vigilancia debido a la falta de personal», asegura un trabajador, que no quiso sin embargo concretar cuáles son estos puntos por seguridad.
Desde que comenzó el año, el número de usuarios del aeropuerto de Manises ha ido recuperándose, aunque de forma tímida, ocupando los aviones que viajaban vacíos hasta finales de 2009. Aunque la nube volcánica ha descuadrado los datos del último mes de abril, la realidad es que parece que el aeropuerto sale del pozo en que había caído, con pérdidas de hasta un millón de pasajeros el último año. Por este motivo, por el incremento de pasajeros, los vigilantes de seguridad piden a Aena que cubra las necesidades del aeropuerto en materia de vigilancia, ahora que ha comenzado, además, la segunda ampliación de las instalaciones con una nueva terminal y mayor capacidad de viajeros.
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