jueves, 15 de diciembre de 2011

Cuatro mariscadores furtivos atacan a dos vigilantes del pósito de Rianxo



(lavozdegalicia.es). El furtivismo ha dejado de ser una fuente de ingresos ocasional para convertirse en una actividad organizada. En las últimas tres semanas los servicios de inspección, la policía y la Guardia Civil se han incautado de más de 3,5 toneladas de marisco y pescado ilegal en Galicia. Los furtivos se ven amenazados, y no es extraño que, cada vez con más frecuencia, respondan con agresiones.
Lo sabe bien José Agrafojo, vigilante de la Cofradía de Rianxo (A Coruña) quien, junto a uno de sus compañeros, acaba de sufrir dos ataques consecutivos de cuatro furtivos, al parecer vecinos de A Pobra y reincidentes. Cuando se le pregunta a José Agrafojo por el incremento del riesgo en su oficio, responde con claridad: «Non imos deixar de traballar. É o pan de cada día».
Los últimos sucesos en los que Agrafojo y su compañero se libraron por los pelos de acabar en el hospital ocurrieron las noches del domingo y el lunes. En la primera ocasión, se acercaron a un mariscador furtivo para que cesase en su actividad. Tras una breve conversación, durante la que golpeó a José con un objeto hiriéndole en la mano, parecía que el hombre les había hecho caso y los profesionales regresaron a su vehículo. Pero al momento, una piedra lanzada con precisión y fuerza impactó contra el cristal.

Nada para defenderse
El lunes, el ataque fue más violento. Los vigilantes observaron a lo lejos, en el banco de O Bodión, a cuatro personas trabajando de forma ilícita. Sabían quiénes eran, los mismos de la noche anterior y, uno de ellos, un habitual. Según José, no se bajaron del coche: «Nós non temos nada para defendernos».
Sin embargo, los furtivos eran conscientes de que habían sido detectados, y Agrafojo explica que se dirigieron a su vehículo, dejaron el marisco y, acto seguido, «sen mediar palabra», se encaminaron al coche de los vigilantes y empezaron a golpear los cristales con sachos: «Foi unha sorte que non pasara nada porque á altura á que petou ía directo á cabeza do meu compañeiro. Menos mal que tiñamos as chaves no contacto e arrancamos porque, do contrario, mállannos».
Los hechos fueron denunciados ante la Guardia Civil de Boiro y, además, han pedido una orden judicial de alejamiento. Si los desperfectos superan los 400 euros, la agresión podría ser calificada como delito de daños.
Fuente: lavozdegalicia.es

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