jueves, 2 de octubre de 2008

Las Fuerzas de Seguridad alertan de que la crisis disparará los delitos contra la propiedad

Primer trimestre de 2008. Las infracciones penales suben un 7,73 por ciento en la demarcación de la Guardia Civil; los delitos más de un doce por ciento; los que se cometen contra el patrimonio (hurtos, robos, sustracciones, estafas, fraudes...) crecen en la misma proporción. En la demarcación de Policía la tendencia también es al alza pero el Ministerio del Interior guarda las cifras bajo llave. ¿Tiene algo que ver la crisis económica? Quizá hasta ahora no ha sido decisiva, pero en los próximos meses será un factor clave en el incremento de la delincuencia de tipo económico, según coinciden todos los expertos policiales consultados por ABC.
El consejero de Interior del Gobierno catalán, Joan Saura, admitía el binomio esta misma semana y revelaba que ya se había detectado un «ligero» incremento en las estadísticas. Policías y guardias civiles, incluidos varios comisarios, jefes superiores y mandos del Instituto Armado apuntan al mismo diagnóstico y sólo discrepan en las fechas.
«Los delitos contra el patrimonio se dispararán a partir del año que viene. Hurtos y robos en viviendas, al descuido, tirones, en interior de coches, sirlas... Quizá no afecte tanto a los hechos más violentos sino a la llamada baja delincuencia pero esa provoca mucha inseguridad ciudadana», afirma un comisario de los Servicios Centrales. «La criminalidad organizada es previsible que se mantenga o crezca en menor proporción porque a las grandes bandas es a las que no les afecta la crisis -prosigue-. Su «trabajo» sólo lo detiene la eficacia policial y la cárcel».
Como se ha dicho, la clave está en el cuándo. «Si la situación se prolonga en el tiempo, tendremos más inseguridad ciudadana. En torno al tercer trimestre de 2009 habrá gente que haya perdido su trabajo y dejará de cobrar el paro. En las reuniones de jefes superiores de Policía ya se percibe la preocupación común. Aumentarán los hurtos, los robos con violencia y las estafas», explica un jefe superior de Policía.
La destrucción de empleo aparece como un factor recurrente y un caldo de cultivo de delincuencia de bajo nivel. «Las empresas de paquetería y de transporte de mercancías nos han alertado. El hurto interno se ha disparado. En una delegación de una primera marca de envío urgente han tenido quince empleados infieles en dos semanas. Cada uno había robado hasta tres paquetes al día. Esa cifra era hasta ahora impensable», cuenta un responsable de Guardia Civil.
Sin planes
Nadie se ha sacado de la manga todavía planes concretos para afrontar lo que parece inevitable, pero más de un jefe piensa en recetas antes de que se le descontrolen las estadísticas de coches sustraídos, robos en establecimientos y tirones. «No se elaboran planes específicos porque estamos optimizando los recursos, aunque trabajamos con esa hipótesis», concluye otro jefe superior de Policía tras reconocer que maneja datos en su zona de un 6 por ciento de incremento en pequeña delincuencia. El secretario general del SUP, José Manuel Sánchez Fornet, critica la imprevisión de Interior. «No existe política de seguridad ni plan estratégico, pese al incremento de la criminalidad».
«Se trata de abarcar mucho con los medios y la gente que tenemos, utilizar una patrulla para cubrir cuatro frentes. ¿Cómo lo resolvemos? Con un esfuerzo de análisis del delito. Tenemos que fijar a qué hora «hacen casas», cuándo bancos o naves», concreta un oficial de la Benemérita.
El recién estrenado jefe superior de Madrid, Carlos Rubio, hizo una declaración de intenciones nada más aterrizar en la que incluyó expresamente reducir los delitos contra el patrimonio. Una de sus recetas pasa por sacar más gente a la calle y otra por «aparcar» el crimen organizado y centrarse en el día a día. Su reto es bajar las estadísticas y así lo ha transmitido a sus hombres. La consigna es que las grandes operaciones de drogas y bandas especializadas las asuman los servicios centrales y que la Jefatura se dedique al «menudeo» y a los temas más próximos. Tanto él como otros jefes superiores han recibido la orden de «hacer palotes», como se dice en el argot, es decir, aumentar las detenciones y, por tanto, la eficacia policial para que las cuentas «cuadren». Los extranjeros «sin papeles» se llevan a comisaría, se arrestan y si se puede se les expulsa. Esta misma semana, el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, anunció la creación de una Brigada de Expulsiones de Delincuentes Extranjeros.
Se habla con sorna de la vuelta al «casette», cuando los conductores llevaban bajo el brazo su aparato para que no les reventaran el coche. Los robos en interior de vehículos están por las nubes. Ahora se busca el móvil, la cazadora, la colección de cedés, las gafas de sol o la rueda de repuesto.
«La delincuencia económica de nivel bajo podría sufrir un incremento por la crisis (...) La crisis ha llegado y vamos a ver qué pasa ahora», sostuvo el catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Málaga, José Luis Díez Ripollés, el pasado julio durante el XV Congreso Mundial de Criminología.
Conflictividad social
María Ángeles Durán, catedrática de Sociología y profesora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, apunta factores añadidos: «Cuando hay pérdida de empleo se incrementa la delincuencia. Ya está pasando en otros países y España tiene sus propias debilidades: debemos al exterior, somos poco competitivos, nos están creciendo competidores turísticos y no podemos olvidar la burbuja inmobiliaria».
La socióloga incide en el tipo de trabajadores que se verán más afectados. «La población inmigrante es la más apurada. Son trabajadores muy frágiles, con menos redes sociales y familiares. Los subsidios de desempleo acabarán pronto porque, en general, han cotizado poco tiempo. Pero las hipotecas, las tasas y el día a día están ahí. Debemos estar atentos porque no es descabellado que surja conflictividad social. Los españoles lucharán por empleos que antes habían rechazado».

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