Este domingo toca cambiar la hora e iniciar el horario de invierno. A las tres de la madrugada hay que retrasar el reloj para que vuelva a marcar las dos, por lo que anochecerá antes y amanecerá más temprano.
Este cambio de hora, que afecta a todos los países de la Unión Europea, se hace para recuperar los sesenta minutos que perdimos en marzo, cuando se adelantó el reloj. El objetivo es poder disfrutar de más horas de luz solar y consumir menos energía.
El objetivo es poder disfrutar de más horas de luz solar
Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, dependiente del Ministerio de Industria, entre marzo y octubre los españoles han ahorrado un 5% del consumo en iluminación, equivalente a unos 300 millones de euros.
De esta cantidad, 90 millones corresponderían al potencial de los hogares españoles, lo que supone un ahorro de 6 euros por casa. José Luis García, de Greenpeace, explicó a 20 minutos que es una buena medida porque "el consumo de energía es la principal causa del cambio climático".
Efectos en la salud
Pero, ¿qué consecuencias tendrá sobre nosotros? Uno de cada tres españoles dice que el cambio al horario de invierno le afecta negativamente y que sufre alteraciones en el sueño, cansancio y dificultades para levantarse por las mañanas, según un estudio de Philips de 2007.
Fuentes médicas consultadas explican que el cambio provoca "sólo sensación de desorientación en el tiempo por la mañana y por la noche" y a veces un poco de ansiedad; dura de 48 a 72 horas en personas sanas. A la gente con "alguna patología o mayor sensibilidad les puede alterar más".
El precursor, Benjamin Franklin
En 1784, Benjamin Franklin, que era embajador de EE UU en Francia, envió una carta al diario Le Journal de París, en la que proponía algunas medidas para el ahorro energético. En un principio sus ideas no se tomaron en serio, pero con el tiempo se retomaron y evolucionaron hasta llegar a la conclusión de que lo mejor era el cambio de hora, que comenzó a extenderse a partir de 1974.
Tras la primera crisis del petróleo, algunos países decidieron adelantar sus relojes para aprovechar mejor la luz del sol y gastar menos en iluminación. Este cambio horario se aplica como directiva desde 1981 y se renovaba cada cuatro años, aunque desde 2001 se aplica con carácter indefinido.
Este cambio de hora, que afecta a todos los países de la Unión Europea, se hace para recuperar los sesenta minutos que perdimos en marzo, cuando se adelantó el reloj. El objetivo es poder disfrutar de más horas de luz solar y consumir menos energía.
El objetivo es poder disfrutar de más horas de luz solar
Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, dependiente del Ministerio de Industria, entre marzo y octubre los españoles han ahorrado un 5% del consumo en iluminación, equivalente a unos 300 millones de euros.
De esta cantidad, 90 millones corresponderían al potencial de los hogares españoles, lo que supone un ahorro de 6 euros por casa. José Luis García, de Greenpeace, explicó a 20 minutos que es una buena medida porque "el consumo de energía es la principal causa del cambio climático".
Efectos en la salud
Pero, ¿qué consecuencias tendrá sobre nosotros? Uno de cada tres españoles dice que el cambio al horario de invierno le afecta negativamente y que sufre alteraciones en el sueño, cansancio y dificultades para levantarse por las mañanas, según un estudio de Philips de 2007.
Fuentes médicas consultadas explican que el cambio provoca "sólo sensación de desorientación en el tiempo por la mañana y por la noche" y a veces un poco de ansiedad; dura de 48 a 72 horas en personas sanas. A la gente con "alguna patología o mayor sensibilidad les puede alterar más".
El precursor, Benjamin Franklin
En 1784, Benjamin Franklin, que era embajador de EE UU en Francia, envió una carta al diario Le Journal de París, en la que proponía algunas medidas para el ahorro energético. En un principio sus ideas no se tomaron en serio, pero con el tiempo se retomaron y evolucionaron hasta llegar a la conclusión de que lo mejor era el cambio de hora, que comenzó a extenderse a partir de 1974.
Tras la primera crisis del petróleo, algunos países decidieron adelantar sus relojes para aprovechar mejor la luz del sol y gastar menos en iluminación. Este cambio horario se aplica como directiva desde 1981 y se renovaba cada cuatro años, aunque desde 2001 se aplica con carácter indefinido.
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