En tres ocasiones, cientos de policías con armas de guerra intervinieron en el asentamiento para desalojarlo, mientras que personal de seguridad privada irrumpió al menos dos veces en la finca, quemó casas y cultivos, robó ganado y dejó personas heridas, contó a Efe Verónica García, una de las pobladoras, que calificó a estas incursiones de "pesadillas".
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