El mismo patrón que en Honduras, hace un par de meses, dio lugar al asesinato de Berta Cáceres y de otros cuatro miembros del COPINH, tras resistirse a la implantación en su territorio de una gran central hidroeléctrica, se replica a diario en México. Y en ello están implicadas grandes empresas, seguridad privada, fuerzas de la seguridad del Estado y organizaciones criminales. Asesinatos como el de Bernardo Méndez, por oponerse a la mina de Fortuna Silver Mines en Oaxaca; los de Ismael Solorio y Manuela Solís, quienes denunciaron los impactos de la minera MAG Silver en Sonora; o el de Betty Cariño, impulsora de la resistencia a la minera New Gold en San Luis Potosí, así lo muestran. (Estas tres transnacionales mineras, por cierto, tienen su sede en el mismo país: Canadá).
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http://www.lamarea.com/2016/05/27/mexico-la-violencia-las-transnacionales/
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