Dolor, indignación y vergüenza son los principales sentimientos que me invaden esta última semana como consecuencia de los funestos acontecimientos ocurridos en Europa y por Europa.
Indignación y dolor como consecuencia del terrible atentado terrorista que ha golpeado a Bélgica y a los europeos. Un crimen que merece nuestra rotunda condena , nuestra solidaridad con los familiares y amigos de las víctimas y con el pueblo belga y nuestro profundo pesar, a la vez que nuestro compromiso en contra del terrorismo y de los actos violentos, acciones que no tienen cabida en ninguna sociedad democrática. Una repulsa que quiero extender a los recientes atentados acontecidos en Pakistán e Irak y aprovecho para transmitir nuestra solidaridad y pesar con las víctimas y los pueblos pakistaní e Irakí. Pero también siento indignación y vergüenza porque este hecho po0ne en evidencia de las carencias de la Unión Europea, su deficiencias en coordinación y en política común en áreas como la seguridad y la defensa, mientras actúa con mano férrea en materia económica.
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