Este egipcio licenciado en Filología Hispana trabaja como vigilante de seguridad en el campus de una universidad madrileña, pero su verdadera vocación es el turismo. Por eso, hace ya tres años decidió presentarse a los exámenes que le acreditarían para recoger grupos de españoles y llevarles a la orilla del Nilo. El camino hacia ese fin no fue fácil: su primera conquista fue superar los trámites administrativos para apuntarse desde España a las convocatorias de El Cairo; después llegó preparar el temario... y no serían esos sus mayores obstáculos.
En 2009 le tocó lidiar con una causa mayor: un infarto que le tuvo hospitalizado impidiéndole viajar. Pero Ismael no desistió y en cuanto recobró fuerzas siguió preparándose a la espera de la siguiente oportunidad, que llegó el pasado diciembre: el día 5 tenía la primera parte del examen, la de historia, y el 6, la segunda, de lengua. Y de nuevo la suerte se conjuró en su contra: los controladores cerraron el espacio aéreo haciendo imposible que él, y otras 600.000 personas, llegasen a tiempo a sus destinos. "A punto estuvo de darme otra vez un infarto en el aeropuerto", bromea. Y mejor tomárselo así porque los 1700 euros que le ha costado la huelga llaman a todo menos a la alegría.
"Tenía que volar el día 4 desde Madrid, pero todos los vuelos estaban cancelados, así que reclamé a la agencia que me había vendido el billete y me dijeron que el domingo a las 7.00 saldría seguro un vuelo desde Barcelona. Tras pensármelo mucho, cambié el billete y me cogí un AVE para llegar lo antes posible", cuenta. Primer gasto imprevisto: 120 euros de tren más el taxi al aeropuerto de El Prat.
A la mañana del día 5, Ismael consiguió subirse al avión, pero no con la suficiente premura como para llegar al examen de El Cairo. Segundo gasto imprevisto: 950 euros de billete para nada, no pudo cumplir su objetivo.
Prueba superada... a medias
"Cuando llegué fui directo al Ministerio de Turismo. Me dijeron que no podían hacer nada, pero cuando les enseñé todas las reclamaciones que había puesto me dejaron presentarme a la segunda parte, la de lengua". Ismael aprobó, pero le faltaba la mitad para obtener su licencia. "Dijeron que me guardarían la nota, pero no sabían cuándo podría presentarme a la primera parte", añade. Sólo hay dos convocatorias al año: una en enero, para la que estaba fuera de plazo, y otra a finales de año; que probablemente sería la suya. "Esperar un año era muchísimo, así que le pedí a un amigo del Ministerio que intentase ayudarme", cuenta. Y con poca fe, se volvió a Madrid. A su puesto de vigilante jurado.
Y así pasaron diciembre y las Navidades, hasta que, hace sólo seis días, recibió la llamada que esperaba: había conseguido colarse en la convocatoria del 12 de enero. Así que de forma muy precitada, y sin mirar a la cuenta corriente, pidió unos días de vacaciones y compró otro billete para El Cairo por 570 euros, tercer gasto imprevisto -por los que se ha sumado a la reclamación colectiva que prepara Cremades & Calvo Sotelo)-.
El pasado lunes Ismael se subió al avión, dos días antes del examen. "Me han metido el miedo en el cuerpo y prefiero ir con mucho tiempo por si pasa algo", contaba el lunes desde el aeropuerto. Si todo ha ido bien, a estas horas ya se habrá presentado al examen más caro del mundo: el que ha tenido unas tasas de gasto total valoradas en 1.700 euros.
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