domingo, 17 de abril de 2011

Un médico agredido en Fingoi dice que pudo morir y critica el desamparo legal

«Salí para intentar ayudar a una persona y ahora podría estar muerto o haber quedado tetrapléjico», denuncia el último médico lucense agredido mientras hacía su trabajo. Ocurrió en el servicio de Urgencias de Fingoi y el facultativo se lamenta: «Yo he estado en un tris de acabar en un ataúd y la Policía se limitó a identificar al agresor. Es la ley, pero vaya ley que tenemos».
Ahora, de baja, dice que confía «en una condena ejemplarizante. Hay que acabar con estas agresiones y espero que el agresor sea acusado de intento de homicidio». Por su cabeza ronda el recuerdo de una compañera andaluza muerta hace unos meses a manos de un paciente.
No duda que el objetivo de su agresor era matarle y por eso está muy afectado psíquicamente. Sigue atemorizado y, por eso, no quiere fotos ni que se conozca su nombre completo, pero hace un relato pormenorizado de la agresión. «Me zarandeó, me tiró al suelo y me amenazó de muerte», cuenta, a la vez que detalla que le dio «una patada en la cabeza como si estuviera tirando un penalty». «Ese golpe salvaje en la cabeza no tuvo finalmente consecuencias fatales porque el maletín amortiguó en parte el impacto y porque intervino el guardia de seguridad», explica el facultativo, C.S.F.V., con 32 años de profesión a sus espaldas.
La intervención del guardia, de hecho, fue clave y permitió que él siga vivo, explica. El problema, relata, es que los peores golpes los recibió mientras que el vigilante intentaba parar el tráfico, para evitar que el médico fuera también atropellado.
Y es que la agresión se produjo en la calle, no dentro del centro sanitario. El médico salió de la consulta porque le avisaron de que había una persona tirada en el suelo y pidiendo ayuda. Salió corriendo, para prestar atención y evaluar si se precisaba llamar a una ambulancia y se encontró con una encerrona que, está convencido, estaba preparada.
Ese convencimiento deriva del hecho de que el agresor fue la pareja de una mujer a la que acababa de ver en la consulta y a la que no hizo una prueba que demandaba, concretamente un test de embarazo.
«Llegaron a Urgencias cuando faltaba una media hora para que acabara mi turno y yo en ese momento estaba con un paciente que se encontraba en una situación verdaderamente grave. Tenía un problema pulmonar y yo estaba volcado en atenderlo y derivarlo urgentemente al hospital porque su situación era muy delicada», explica el médico sobre las circunstancias en las que se produjo el primer contacto con su agresor.
Cuando estaba con ese enfermo que realmente sufría una urgencia, llegó la pareja con la pretensión de que se le hiciera a la mujer una prueba de embarazo. «En medio de la tensión de ese momento, con un enfermo grave al lado, les dije que eso no era una urgencia y que tenían que ir a la consulta de su médico». Tras dejarles, explica el médico, el personal del PAC le comunicó que la pareja quería saber el nombre del facultativo para presentar una queja. «Dije que les dieran mi nombre y que guardaran también el de ellos para formular también yo una queja». A continuación le avisaron de un episodio en la calle, donde una persona permanecía tirada en el suelo. «Salí corriendo para ayudar y nada más llegar empezaron a insultarme y a pegarme. Aún no sé cómo no estoy muerto», dice.
REINCORPORACIÓN«Un energúmeno no acabará con 30 años de oficio»
El médico agredido dice que no dudará en volver a dejar el centro de salud y salir a la calle para atender a una persona si le avisan de una urgencia. «Yo solo puedo decir cosas buenas de mis pacientes y un energúmeno así no va a acabar con mis más de treinta años de profesión», recalca C.S.F.V. Sin embargo, no oculta tampoco su desánimo y dice que «no nos pagan para exponer nuestras vidas y no estamos amparados».
Protección legal
La mayor queja del facultativo se refiere al amparo legal. «A mí no me sirve de nada que me digan que el agresor era un descerebrado», advierte el médico, que reclama medidas legales más severas para acabar con las agresiones al personal sanitario. «Tuvieron que llevarme en ambulancia al hospital y podría haber tenido un derrame cerebral, a pesar de lo cual el agresor ni siquiera fue detenido porque la ley es así». El médico, que fue recibido por su agresor con insultos y gritos del tipo «ahora sí que corres», en referencia en que salió corriendo del PAC porque pensaba que había una urgencia real en la calle, se recupera de las lesiones en su casa. Al final éstas se limitaron a contusiones y, como por su profesión es capaz de cuidarse, no fue hospitalizado, cuenta.

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